El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el jueves en la Casa Blanca, solicitando el desmantelamiento del Departamento de Educación. Esta acción busca cumplir una promesa de campaña de larga data, aunque la eliminación completa del departamento requerirá la aprobación del Congreso.
Trump ha criticado al departamento por ser derrochador e ideológicamente liberal. Sin embargo, la Casa Blanca ha aclarado que no se cerrará por completo. Se mantendrán funciones críticas como la financiación del Título I para escuelas de bajos ingresos, las becas Pell y el apoyo a niños con discapacidades.
“No nos está haciendo ningún bien”, afirmó Trump durante una ceremonia en la Casa Blanca, culpando al departamento por el bajo rendimiento académico del país y sugiriendo que los estados pueden gestionar mejor la educación.
El gobierno de Trump ya ha comenzado a reducir la agencia, recortando su fuerza laboral a la mitad y afectando significativamente la Oficina de Derechos Civiles y el Instituto de Ciencias de la Educación.
Defensores de las escuelas públicas y demócratas han expresado su preocupación, argumentando que la eliminación del departamento perjudicará a los estudiantes más vulnerables. La NAACP y otros grupos han señalado que millones de niños dependen de la financiación federal para recibir una educación de calidad.
Los republicanos han prometido presentar un proyecto de ley para desmantelar el departamento. Sin embargo, la Casa Blanca no ha especificado qué funciones podrían transferirse a otras dependencias o eliminarse por completo.
La orden de Trump ha sido bien recibida por algunos conservadores, quienes ven en ella una oportunidad para reducir la burocracia y devolver el control de la educación a los estados y comunidades. No obstante, la medida enfrenta desafíos legales y políticos significativos.
