En la noche del 8 de diciembre de 2025, Rusia lanzó uno de los ataques más devastadores de los últimos meses contra Ucrania, utilizando un enjambre de 149 drones de origen iraní. Aunque las defensas antiaéreas ucranianas lograron interceptar 131 de estos artefactos, 16 impactaron en infraestructuras críticas, generando cortes masivos de energía, agua y calefacción en varias regiones del país.
Este ataque no solo busca debilitar la capacidad militar de Ucrania, sino también castigar a la población civil en pleno invierno, agravando una crisis humanitaria que ya se extiende por casi cuatro años de conflicto. Las regiones más afectadas fueron Kiev, Cherníguiv, Zaporiyia, Leópolis y Dnipropetrovsk, donde se registraron daños en subestaciones eléctricas, plantas de generación y redes de calefacción. En la región de Odessa, 9,500 hogares quedaron sin calefacción y 34,000 sin agua potable debido a los daños en la infraestructura.
Los cortes de energía superaron las 12 horas en la capital, Kiev, donde las temperaturas no superaron los 2°C. Las autoridades advirtieron que las reparaciones podrían tardar días, dejando a miles de familias sin servicios básicos en medio del frío extremo. Este tipo de ataques, dirigidos contra infraestructuras civiles, buscan desgastar la moral de la población y debilitar la capacidad de Ucrania para sostener sus operaciones de defensa.
Los drones Shahed, fabricados en Irán y ahora producidos masivamente en Rusia, son armas de bajo costo pero alto impacto. Su uso permite a Moscú lanzar ataques continuos sin arriesgar pilotos o aviones de combate, lo que ha convertido a estos artefactos en una herramienta clave de su estrategia de guerra. Según datos de la Fuerza Aérea ucraniana, en noviembre de 2025, Rusia lanzó más de 5,600 drones y misiles contra Ucrania, un récord desde el inicio de la invasión.
El bombardeo ocurrió mientras delegaciones ucranianas y estadounidenses sostenían conversaciones en Florida para buscar una solución al conflicto. Rusia, en lugar de ceder a los llamamientos al alto al fuego, respondió con fuego indiscriminado, desafiando los esfuerzos diplomáticos y demostrando que su estrategia no contempla concesiones.
Para muchos analistas, este ataque marca el inicio de una nueva fase en el conflicto: menos guerras de frente, más guerra de infraestructuras, buscando quebrar la moral, la resiliencia civil y las capacidades logísticas de Ucrania. Mientras las conversaciones de paz avanzan, el conflicto en el terreno sigue siendo despiadado, y el invierno se perfila como un enemigo tan letal como los misiles.
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